Recupero algunas palabras escritas insitu en el mapa resistente al agua que me llevé (Island; 1:425000; www.reise-know-how.de): del desvío de la ruta F88 a Askja y el lago de Myvatn, el paisaje es "seductor repleto de cráteres, lava revejetada, humaredas y olor a azufre". Sin lugar a dudas uno de los puntos turísticos de Islandia, en los que el reencuentro con coches y autocares resulta inevitable. Vuelta a la civilización.
El tramo, de nuevo por la road n.1, está perfectamente asfaltado, es llano con alguna ligera colina en la zona de Námafjall, donde se ha habilitado un recorrido pedestre para ver a pocos metros el borboteo del agua subterránea y los agujeros donde emana vapor de agua sulfurosa. Puedes aprovechar para hacer las fotos de rigor, ya que encontrarás pocos espacios en la isla habilitados para seguir tan de cerca la actividad geotérmica del subsuelo islandés. De hecho, te encuentras en la zona de mayor actividad de este tipo en toda la isla.
No lejos de ahí, la zona de Leirhnjúkur y del Krafla (818 m) le sigue a la zaga. Hay un desvío, donde debes tomar la ruta 863, y tras una intensa subida de unos 4 km (el tramo final de 400 m es durísimo, a pie o en bici) llegarás al aparcamiento, donde ya verás lo popular que es esta zona, de la cual daré más detalles más adelante, cuando relate la ruta del 2009. En el 2007 por razones de tiempo, y desconocimiento, no pude visitar esta área donde hay una imponente planta de energía geotérmica, una área con recorrido pedestre donde revivir a flor de piel un erupción reciente (cuanto más negra es la lava, más reciente es la erupción; cuanto más antigua es, más musgo y cobertura vegetal presenta) y el cráter del Krafla, donde se encuentra un lago interior en el que, a diferencia del Víti en Askja, pocos se bañan ya que el agua está fría.
Con sus 133 km, entre algun punto perdido del Dimmifjallgardur hasta el camping de Fosshóll, ésta fue de las jornadas ciclistas más largas en la isla. Razones: poco viento, buena calzada, pocas subidas y mucha moral.
En el medio, el lago de Myvatn, que además de parecer todo un oasis, permite pasar un par o tres días con diversión asegurada: Námfjall, Krafla -ya comentados, o la zona de Dimmuborgir con sus piscinas-cueva (ver fotos en el próximo post) y el paisaje de lava circundante, o hacer alguna excursión al cráter del Bláfjall (1.222 m), desde donde divisar a tus pies toda la extensión donde lava, azufre y agua conviven con relativa armonía en una de las regiones volcánicas más imponentes del mundo.
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