24.10.10

Al filo de la aventura: Sprengisandur


Una serie de circunstancias (problemas técnicos con el ordenador+vacaciones+mudanza+nuevos problemas técnicos con el ordenador) han provocado que haya estado 3 meses sin vosotros. Ansioso a ratos de volver a la andadas, pero también consciente que no hay prisa para seguir explicando experiencias que creo que os serán útiles sólo para esa reducida parte del año que va de junio a mediados de setiembre. Por lo que probablemente los que retoméis la confianza en este blog lo haréis con la vista puesta en el verano del próximo año.

La F26 cruza por el interior de la isla, siendo la segunda ruta en dificultad de las tres que existen (F88+F1910, F26 y la 35 por orden dificultad). El éxito al atravesar esta ruta desértica estará en función de: a) tus piernas, b) como lleves distribuido las alforjas en la bicicleta (si todo el peso recae detrás, los radios sufren mucho), c) el viento (impredecible la dirección, pero ten bien seguro que suele picar más fuerte en el centro de la isla, por las corrientes de aire que crean los numerosos glaciares de esa zona), d) tu habilidad en pedalear sobre arena (no sólo juegan las piernas, sino también los riñones).
Ese día, como recordaba en mi último post antes de verano, hizo viento en contra, llovió y el suelo se embarró de lo lindo. Tras un esfuerzo titánico durante 26 km decido acampar de nuevo en medio de la nada. El cielo está encapotado y da cierta sensación de abandono y pérdida acampar sobre un terreno mojado, pedregoso y arenoso. La media de ese día (67 km) han sido unos raquíticos 12,5 km/h, pero en el último tramo desértico (el inicio de lo que los islandeses llaman Sprengisandur; "sandur" significa planicie desértica formada por los efluentes de los glaciares) la velocidad apenas superó los 8km/h debido al viento y a la conducción técnica por un terreno impracticable.
Algunas partes del interior de la isla cerca del volcán de Askja sirvieron a la Nasa para entrenar a sus hombres con vistas a viajes a la Luna. En este caso el paisaje no es tan lunar como el que recorre la F88, pero sí que da cierto escalofrío.
Las siguientes imágenes ilustran bien las inquietudes del momento. La soledad en tres tomas:



El dia siguiente me levanto recordando lo que me había contado un cycler italiano en Kirkjubaejarklaustur. Me dijo que una vez se había estado cerca de dos horas intentando montar la tienda en medio de la nada debido al intenso viento que soplaba. No se si exageró, pero me quedé con la duda. Esa noche me costó montarla, pero no llegué a los 30 minutos si mal no recuerdo.
Empieza el día tapado como la tarde anterior. Ya no llueve, pero sigue soplando el viento de sur a norte con insistencia feroz. Pedaleo unos 30 km, pero ha empezado a llover, y con el viento, la sensación de frío se intensifica. Empiezo a sufrir, ya que no hay ningún árbol ni zona de protección donde resguardarse. Aparte la niebla acecha y me estoy empapando.

En un arrebato de sensatez paro uno de los pocos 4x4 que transitan por la ruta en dirección sur. Es un grupo de austriacos amantes del trekking que van con 2 jeeps de estos antiguos que parecen blindados. Con ellos "veo la luz" ya que me llevan durante 57 km al oasis de Nyidalur, de la que os remito la foto siguiente. Justo antes del Nyidalur debemos cruzar el primer río a bordo del jeep. Esta es una de las particularidades de algunas de las partes del interior de la isla: cruzar ríos que a veces llegan a tener 20 m de ancho. El tiempo ha mejorado y este cabaña refugio debe ser un lugar donde repostar fuerzas y ánimos. ¡Me espera una sopa!

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