Fue declarada Parque Nacional en 1928 y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2004. Aunque se trate de un lugar turístico - los islandeses, claro, son clara mayoría- bien vale dedicar un día o dos a visitar la zona y sus alrededores, gracias a las abundantes fallas que atraviesan esa región, con la posibilidad de caminar por un sendero que atraviesa un cañón en las cercanías del centro de interpetación de Thinvellir, donde aparcan la mayoría de autocares. Hay conexión directa desde la capital vía bus.
Llevo unos días escribiendo poco en el blog de notas. Será por la desazón provocada por los constantes problemas técnicos con la bicicleta. Será porque pasado mañana es mi último día en la isla. De todas formas me quedo con la amplitud - de por sí siempre presente- de esta localización, por el inmenso Pingvallavatn, el lago más grande la isla a pies del cañón, o simplemente, porque aunque sea por un solo día, la sensación de estar paseando por esta zona rememora cualquier domingo de pueblo, cuando las familias salen a pasear y el ambiente es relajado.
Vuelvo esa misma tarde en bus (cargando la bicicleta en el maletero) y cruzando la zona de Reykjahlíd y Stardalur a lo largo de la ruta 36. Allí entre las lunetas del autobus diviso la iglesia de Mosfell, un lugar en el que si fuera religioso e islandés, me gustaría casarme. Adjunto un foto de esta iglesia tomada en la ruta del 2009, cuando tuve la oportunidad de acercarme, esa vez, con bicicleta.
Llego a Reykjavík (ya esgrimí en los primeros posts el porqué de dejar la capital para el final) habiendo pasado por Mosfellsbaer, la ciudad que vio crecer a la mayoría de integrantes de Sigur Rôs y en el cual aún ensayan en su estudio Sundlaugin Studio, que tuve la ocasión de visitar dos años después. Indudablemente, su música y mi amor por Islandia van de la mano.
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