Selfoss és probablemente la localidad menos agraciada de las que conozco en Islandia. Ya pasé por allí al inicio de la ruta. Ya me paré en uno de sus hipermercados, Bonus, donde uno pasa mucho frío (sobretodo en la parte de refrigerados y lácteos). Ya descubrí, que a 3-4 km de allí se levanta una de las pocas prisiones del estado, en dirección Eyrarbakki. Suena extraño que pueda haber presidiarios en un país por lo pronto gentil, amable y juguetón como el islandés.
En Selfoss hay uno de los pocos mecánicos de bicis de la isla. Dejé la bicicleta la tarde anterior, al llegar de Landmannalaugar, pero hasta el día siguiente no la pude recoger. Pasé la noche en el camping de la localidad, que aún encontrarse entre calles del casco urbano, es bastante tranquilo de noche. Siempre que he pasado por allí (una vez en el 2007, otra en el 2009) he socializado todo lo que no lo hecho en los días anteriores. Es un enclave que se encuentra en el eje turístico entre Reykjavík y Jökulsarlón, y zona de paso para la mayoría que deciden visitar la catarata Gullfoss, el géiser Stóri Géysir, y un poco más al oeste, el parque nacional de Pingvellir. Por todas estas razones, resulta ser un camping muy concurrido. La gente que lo lleva es muy amable y cuenta con duchas, zona para cocinar y un comedor, si quieres que te sirvan el plato.
Recupero estas palabras de mi diario: "Me están reparando la bicicleta. Espero poder iniciar hoy mismo el recorrido que me lleve dos días después al aeropuerto de Keflavík". El plan, montado y desmontado a la marcha, es visitar Gullfoss, el géiser y Pingvellir, por este orden. Es algo que no estaba planeado pero los últimos 2 días los he pasado más en coche, o a pie, que en bici, por lo que he ganado km a los escasos días que me quedan de vacaciones.
Al recoger la bici, salgo disparado hacia Gullfoss por la ruta 35 (parte asfaltada); para muchos la catarata más impactante de la isla, al menos la que tiene más marquéting detrás. La verdad és que impresiona porque tiene dos saltos, primero uno bastante pequeño y después otro que se pierde en el fondo del valle, imposible perseguirlo con la mirada.
Antes de marchar de la zona de confluencia de Gullfoss, hago una foto a unos caballos pastando en la llanura que se abre en dirección norte-oeste, hacia la montaña Sandfell (602 m) y el Lambahraun. Justo a unos km de aquí hacia el norte se inicia la parte sin asfaltar de la ruta 35, una de las tres que cruzan por el interior de la isla, y si recordáis bien, la más fácil de ellas. Me quedo con ganas de hacerla y la emplazo para la ruta del 2009.
Hasta allí el terreno ha sido en falso llano, más subida que llanear. Es una zona donde si tienes mala suerte y sopla el viento de cara, la puedes pasar canutas. Al volver hacia el géiser, ya lo hago en bajada. Allí me encuentro una zona rematadamente turística con un self service repleto de mesas, y un pequeño colmado donde comprar lo imprescindible a precio prohibitivo.
Sigo bajando y me pierdo por la la pista 365, en buen estado, y camino más directo sin asflatar entre Laugartvatn y Pinvellir. A 5 km de Pinvellir me vuelve a petar la rueda. Llevo 108 km, pero la rueda está cuadrada. Llevo de nuevo varios radios rotos.
La cara de enfado es patente. No he tocado casi pista en todo el día, y la 365, tampoco puede explicar el deterioro de los radios. Algo indignado me doy cuenta que la reparación no ha servido de nada, y que probablemente lo mejor hubiera sido canviar toda la la rueda (llanta + radios). Ya no puedo mirar atrás. Me queda un día y medio en la isla y debo tratar de aprovechar al máximo dadas las circunstancias. Como decían algunos, the show must go on.
Moraleja: ¡sé autónomo y no te fíes demasiado en los mecánicos islandeses!
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