Muchos no suelen repetir un destino o experiencia turística. En el caso de Islandia, y almenos para mí, fue francamente diferente. Antes de partir de allí la primera vez, ya tenía claro que volvería. Que con una vez no había suficiente.
Durante los meses y días que transcurrieron entre ambas rutas, seguí practicando deporte, sobretodo ciclismo de carretera, un hábito que no he perdido hasta la fecha. Normalmente me organizo el año de forma que practico este deporte de octubre a junio. El resto del año, y sólo en el caso que no haga turismo de alforjas, no toco la bicicleta hasta entrado otoño.
Si finalmente decido hacer turismo de alforjas en verano, llego de esta manera con unos 6000 km en las piernas, lo que es entreno suficiente para plantear una ruta turística de 2-6 semanas sin problemas físicos.
Pero lo que me sorprende a veces en estos viajes es que uno encuentra todo tipo de personajes pedaleando: desde parejas con poca ambición (piano piano si va lontano) a bikefreaks que pedalean desde la salida del sol al amanecer. También he encontrado casos asombrosos, como un joven polaco en el 2009, que además de ir poco equipado a nivel técnico, se presentó a la isla con pocos km en las piernas (argot ciclista). Según me contó esa era su primera experiencia con alforjas, y por lo pronto, se estrenaba por unas parajes conocidos por el frío (aunque siendo polaco, ya estaría acostumbrado) y el viento. A veces uno queda asombrado del valor de la gente. Otras el valor queda tapado por un velo de inconsciencia, de pasión mal medida.
Lo que estoy seguro es que el que vuelve a Islandia es porque por un lado le asombra su belleza y su carácter único, y por el otro le ha quedado claro que toda la isla es insondable en un sólo viaje: el verano es muy corto y aunque he encontrado cyclers que pasan allí un par de meses, debes ir preparado para aguantar 60 días sin caer en la fatiga. La pregunta sigue siendo: ¿mejor pasar allí 60 días a "semicuerpo de rey" (casas rurales, bungalows, campings; combinando la bici con los trekkings), o 21 días a lo salvaje y troglodita (tienda y acampada libre)?
La primera opción requiere de un holgado bolsillo; la segunda es más romántica a la par que intensa. Pero vamos, que siempre nos quedarán los campings...
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