

Sigo el trayecto por la promenade hasta el faro de Seltjarnanes, la punta más adentrada al mar de la capital; es curioso pero en los siguientes dos o tres km no paro de encontrar casas o villas ante el mar (de gente pudiente, a suponer); pero cada una de ellas con estilos arquitectónicos diferentes, como si se tratara un showroom de gustos a prueba de extraños.

Esta vez no visito la Hallgrimskirkja, pero si exploro en la historia del Höfdi House, que es donde Reagan & Gorbachev cerraron la Guerra fría en los años ochenta. Antes una vista del puerto y del nuevo equipaje del 2009: alforjas ortlieb traseras impermeables y maletita impermeable para cámara e imprescindibles, también Ortlieb, fijada al manillar.

Tomo esta vez una foto de la tienda de discos 12 Tónar, punto clave de la rica escena musical de la isla y representación indie fuera de la Europa continental. También descubro que en la zona de Kalkofnsvegur y Saebraut hay un especie de almacén porteño, en el que, por lo que me dicen en los fines de semana se celebra un mercado de pulgas al estilo London, Berlín o Madrid (disculpad no poder concretar más).

Sigo por toda la carretera Saebraut hasta el norte y pernocto finalmente y tras cerca de unos 103 km (¡empiezo fuerte!) en Reykjahlíd, tras pasar por los alrededores de Kópavogur y Mosfellsbaer. Para la noche siguiente dejo la posibilidad de visitar de fuera el estudio donde graban Sigur Rôs. Es algo que quedó pendiente del viaje anterior...
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