8.4.11

La cara oculta de Snaefellsnes


Entiendo que por falta de tiempo haya turistas que se acerquen hasta el Snaefellsjökull y después de pasar medio día allí se den media vuelta y vuelvan hacia la península, en busca de nuevos reclamos turísticos. Pero para todo aquel que tenga algo de tiempo, proseguir por la ruta 574 primero y la ruta 54 y 57 por el norte hasta Stykkishólmur es bien recomendable.
Hablaba en el último post de carreteras que parecían el outkast australiano, a las que hay que añadir ese punto perdido en la nada que es el faro de Öndverdarnes (una recomendación de lugar remoto según opinión de los moradores de un hostal de la población de Öxl, pero que personalmente no considero entre mis lugares favoritos de la isla; de lugares remotos en una isla como Islandia hay muchísimos!).

También de Rif y Olafsvík, localidades de marcado ambiente costero, ventadas como pocas por el aire húmedo que baña todo el golfo de Breidafjordur. O el caracter polar de enclaves como Grundarfjördur, que parecen en esta época de año sólo vestigios de lo que fueron, como si la espesa capa de hielo que las cubre buena parte del año se disipara ante un silencio aterrador. Esta es la Islandia que recuerda con cierta nostalgia su esplendoroso pasado pesquero, la Islandia de carreteras llenas de repechones, cumbres borrascosas y costas verdes que dan al mar.

Tuve la oportunidad de recorrer de una tirada el tramo entre Gufuskálar hasta Stykkishólmur (103 km), donde pasé la noche con vistas de tomar la mañana siguiente el ferry que me llevara al otro lado de la bahía, al minúsculo poblado de Brajánslaekur, vía Flatey. Allí sí que empieza la Islandia más inóspita. Os lo explico durante la próximas semanas...

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