Es bello pensar en el enflujo que el este lugar ha tenidos sobre ilustres de mi infancia como Jules Verne. Y es aún más trepidante cerciorarse que tras una subida de unos 10 km que te situa de 0 m de altitud a cerca de 1200 m (la cumbre del volcán es a 1446 m) te encuentras en otra Islandia, en un lugar reservado para aventureros aunque, ojo, subido en un jeep o coche como la mayoría se va muy cómodo.
Los albores del zénit del volcán están quemados, aunque zonas de glaciares lo ocultan por tramos. Hay una pista de tierra que parece que probablemente conduzca hacia el vertiente norte de la península Snaefellsness. Diría que hasta Ólafsvik pero no lo puedo asegurar. Decidir dar media vuelta tras pasar cerca de 45 minutos echando fotos.
Una vez abajo me relajé en la bella población costera de Arnarstapi, donde los barrancos y las formaciones geológicas con aire morfozoológico atraen de lo lindo. Aparte hacía una bella tarde que aproveché para pedalear a lo largo de la 574 dirección a Hellisandur. Justo a medio camino, en la zona de Bervík, hay una preciosa zona de acantilados y una vista sublime del volcán por la parte trasera, donde las laderas parecen barbas surcadas en roca viva, testamento real y atónito de la última erupción. Por cierto el día acaba pedaleando por carreteras ventosas pero con un paisaje que grosso modo parecía recordar el outkast australiano. No estuve nunca allí, pero me lo imagino así. Adjuntaré fotos en el próximo post.
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