
La ruta 63 aún me depara gratas sorpresas a lo largo de esa serpenteante carretera que recorre los perímetros de los fiordos de Foosfjördur, Geribjósfjördur y Dynjandisvogur. En esos 56 km que pasan por el alto de Dynjandisheidi a unos 500 m, hay tiempo suficiente para percatarse de la grandeza de los fiordos del oeste.


Dynjandi no es de las cataratas más conocidas ni visitadas de la isla, pero como muestran las imágenes es un catarata imponente, no por su altura, sino por su anchura. Un lugar de resortes algo espirituales, y una noche acampado cerca de otros humanos, en el que el ruido del agua en caída libre depara los mejores sueños.
Al día siguiente sigo hasta Pingeyri pasando por el alto de Hrafnseyrarheidi, coronado por un pequeño refugio minúsculo, tras subir unos 8 km desde Audkúla y después todo bajada hasta Pingeyri, que a primera vista parece ser el pueblo más grande de los visitados desde la llegada a Patrekfjördur dos días antes.


Poco texto hoy. Las imágenes hablan por si solas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario