El clima de los últimos días es eminentemente nublado. Y a medida que te adentras en los fiordos del oeste, la humedad y las neblinas están al orden del día. Es igual que sea un 8 de agosto: no son tierras de placer climático.
He dejado hace un par de horas el minúsculo amarradero de Brjánslaekur y me dispongo a acampar a pocos km de llegar a Patreksfjördur. La acampada es en pleno fiordo de Ösajfördur y a escasos metros de la carretera; sin respetar las distancia de los 100m, la verdad es que en esta zona de la isla hay poco que temer ya que el tráfico rodado es más que escaso. Aparte no hay muchas opciones más ya que la carretera discurre bordeando la costa, formando pequeños meandros verdes donde acampar, pero metros arriba el terreno comienza a subir y es más pedregoso por lo que las posibilidades de acampada disminuyen.
Las zonas llanas propias de la parte central de la isla, mayormente visitadas en la ruta del 2007, dejan paso aquí a carreteras serpenteantes con falsos llanos y puertos de montaña de cierta entidad.






Hago un rápido descenso hasta la boca del fiordo Tálknafjördur, donde desde arriba consigo una foto de un grupo de granjas en los aledaños de esa localidad, la cual no visito por unos raquíticos 3-4 km de ida y vuelta. La verdad es que ahora me arrepiento un poco de ello, pero me siento cansado y aún debo ascender a un puerto de 8km hasta una altura de 500, esta vez más pronunciado.

Luego me relajo con el bello descenso hasta Bíldudalur, de la que os dejo una visión desde lo alto. Como véis los de los fiordos es un sube y baja constante. Los puertos sin ser Tourmalets, se hacen duros, más si sopla el viento. La soledad es enorme. Se necesitan piernas. No es país para incautos!

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