6.5.11

Brjánslaekur-Bíldudalur: días de gloria

El clima de los últimos días es eminentemente nublado. Y a medida que te adentras en los fiordos del oeste, la humedad y las neblinas están al orden del día. Es igual que sea un 8 de agosto: no son tierras de placer climático.
He dejado hace un par de horas el minúsculo amarradero de Brjánslaekur y me dispongo a acampar a pocos km de llegar a Patreksfjördur. La acampada es en pleno fiordo de Ösajfördur y a escasos metros de la carretera; sin respetar las distancia de los 100m, la verdad es que en esta zona de la isla hay poco que temer ya que el tráfico rodado es más que escaso. Aparte no hay muchas opciones más ya que la carretera discurre bordeando la costa, formando pequeños meandros verdes donde acampar, pero metros arriba el terreno comienza a subir y es más pedregoso por lo que las posibilidades de acampada disminuyen.
Las zonas llanas propias de la parte central de la isla, mayormente visitadas en la ruta del 2007, dejan paso aquí a carreteras serpenteantes con falsos llanos y puertos de montaña de cierta entidad.


La ingesta calórica es aquí superior, con abundantes dosis de fruta, cereales y galletitas. En la imagen podéis observar el tinglado que monto casi a diario en la parte delantera de la tienda, la que queda a rebufo de viento y agua. De hecho el llevar una tienda de unos 2kg 300gr tiene la ventaja, a diferencia de las tiendas tipo ataud (que pueden llegar a pesar sólo 1kg!) es la posibilidad del espacio auxiliar, allí donde poder dejar la ropa o el calzado húmedo tranquilamente fuera de la tienda, o usar el camping gas sin el riesgo inherente de hacerlo dentro de una tienda repleta de material sintético. Sinceramente os recomiendo, que a pesar de ese kg o kg y medio de más poder llevar una tienda de tamaño mayor, tipo la que usé en los dos viajes. Si la quieres de similares proporciones pero aún más ligera, seguro que pagando bastante más encontrarás cosas más ligeras.

Prateksfjördur, a la que accedí la mañana siguiente es una localidad eminentement costera, incluso con un aire fantasmal que no tenían las más concurridas Ólafsvík y Grundafjördur. De hecho en esta parte de la isla todo tiene tintes de naturaleza muerta, algo tocado por la ingravidez de la soledad y el silencio. Tras visitar el puerto de esa localidad, subo los 12 km de ascensión hasta un puerto situado a 370m. No es un desnivel muy acusado, però con la bici cargada todo cuesta más.

Hago un rápido descenso hasta la boca del fiordo Tálknafjördur, donde desde arriba consigo una foto de un grupo de granjas en los aledaños de esa localidad, la cual no visito por unos raquíticos 3-4 km de ida y vuelta. La verdad es que ahora me arrepiento un poco de ello, pero me siento cansado y aún debo ascender a un puerto de 8km hasta una altura de 500, esta vez más pronunciado.

Luego me relajo con el bello descenso hasta Bíldudalur, de la que os dejo una visión desde lo alto. Como véis los de los fiordos es un sube y baja constante. Los puertos sin ser Tourmalets, se hacen duros, más si sopla el viento. La soledad es enorme. Se necesitan piernas. No es país para incautos!

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