Poco me imaginaba yo que tendría el mismo problema técnico que en el 2007. Y más habiendo intentado solucionar el problema con la lección acelerada de reparación de radios que me hizo el experto Pau Zamora (www.pauibicis.com), justo una semana antes de marchar.
Pero lo que quedó por entender es que un radio puede flexarse y doblarse hasta que pasa por el pasador (entre el carrete de radios de la rueda trasera y el aro interior de la rueda). Es justo allí, donde en una nublada mañana del 11 de agosto del 2009, y tras sólo recorrer 33 km por la carretera asfaltada (¡más razón de sorpresa!) que recorre los fiordos entre Ísafjördur y Ögur, "petó" la rueda trasera. Fueron uno o dos radios, no recuerdo bien.
Lo primero que debe hacerse en estos casos es bajar de la bici, ya que sino ésta sigue sufriendo más hasta romper más radios y deformar la llanta. Mi sorpresa fue ver que el radio (tenía 3 delanteros y 3 traseros como provisión) no pasaba del pasador, ya que chocaba con el carrete de piñones. En estos casos la única solución es deformar el radio hasta que pueda bordear el carrete y ajustarlo a la llanta por arriba, de forma que vuelve a su estado natural. Ignorante de ello y tras estar 30´intentando encontrar la solución (otra es desmontar el carrete de piñones, pero se necesita una herramienta especial que no llevaba), desistí y marché caminando unos 2 km hasta la última granja que había pasado, justo al extremo interior del fiordo de Skötufjördur. Allí, como una aparición divina, estaba Mathildur (justo había pasado por allí y había visto dos niños jugando que delataban vida). Y Mathildur que era una jardinera de Akureyri, y que tenía su casa de vacaciones en ese lugar recóndito (herencia de sus padres, según me contó) me dejó un par de herramientas que acabaron de empeorar las cosas (para sacar el carrete de piñones, ¡nunca debes intentar desmontarse el buje de la rueda!). Para mi sorpresa me dijo que en 20 minutos marchaba a Akureyri con su coche familiar lleno hasta la bandera... y que si quería que me llevase que me apresurara. No tuve tiempo de pensar si era mejor recorrer los 90 km en sentido contrario hacia Ísafjordur, para poder reparar la bicicleta en el mecánico de allí. Ni tan siquiera esperar el bus que pasa 1 o 2 veces en dirección a Holmavík. Fue dicho y hecho, y allí estaba dentro de su coche, como copiloto, para las siguientes 485 km. Un trayecto lleno de curvas hasta Stadarskáli, el cruce con la Road n.1, y esos km de propina pasando por Blönduos hasta llegar a Akureyri cerca de las 8 de la noche.
Un viaje con una perfecta desconocida de unas 8 horas de duración, del que recuerdo la amabilidad de ella y esa oportunidad que a veces se presenta para adentrarse más y mejor en la mentalidad y sociedad islandesa. Aprendí sociológicamente más de esas 8 horas que de las 2 semanas de mi ruta del 2007.
En contraposición, el regusto amargo de dejar atrás esos 220 km (entre el lugar del problema mecánico y Stadarskáli) donde el esfuerzo de piernas y la contemplación filantróica del paisaje fue sustituida por la inpersonalidad que da ver discurrir el paisaje por la luneta de un coche.
Para aquel o aquella que vuelva por esas tierras, en la zona del fiordo de Ísafjördur (el último a la altura de Reykjanes) hay algunos puntos con piscina naturales de agua termal. Los ví, me lo contó, pero no nos paramos.
Ps. Las dos primeras fotos son de la bahía de Skutulsfjördur, justo al salir de Ísafjördur con los "nubarrones" que se avecinaban y una muestra de como secan el bacalao en palafitos de madera en esa zona. Por último: una foto simbólica de la carretera donde rompí la rueda (aún no sé la razón, pero debió ser el exceso de peso trasero o algún golpe fortuito en las etapas de tierra antes de llegar a la catarata de Dynjandi; ya que la bici había por el mecánico pocas semanas antes de salir).
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