
Comentaba en el anterior post que el canto de las ballenas se encontraba erca. Así, con esa idea en mente, llegué pedaleando a Husavík, en la cual hay mucho menor tráfico y visitantes que en Akureyri, pero en donde se nota cierto regusto turístico gracias a los barcos avista-ballenas que se adentran a la bahía casi a diario entre abril y setiembre.
Personalmente rehuí del acto turista per se, y me concentré en comprar previsiones y en visitar la oficina turística de la localidad para saber más cosas de la zona. Allí, donde internet estaba ocupado, me informaron que otro buen lugar para conectarse a internet era la biblioteca del pueblo. Así fue, unas calles más arriba del nivel del mar, la primera planta de la biblioteca municipal me acogió para poder enviar y recibir algunos emails. Creo recordar que el precio fue módico.

Poco después me dirigí al norte a lo largo de la 85. Hasta la bahía de Breidavík, el paisaje es muy irlandés. No estuve nunca en Irlanda pero por lo que he visto en las películas... Es una zona con algún tobogán pero en general bastante llana.
En Breidavík, de la que os dejo lo es mi primer enlace con la família youtube.com, alcancé la gloria. Para mí uno de los momentos más intimos, y hasta espirituales, de las 3 semanas en la isla. Un momento de paz infinita a más de 66º de latitud divisando en el horizonte ese línea siempre añorada que marca el circulo polar ártico (66º 33'). Un retrato perfecto de lo que depara el Atlántico en la parte norte de Islandia. Lo que me gustó del enclave es también esa geometría perfecta de una bahía con dos brazos casi idénticos. Un goce para los sentidos:


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