Cuenta atrás. Llevo 15 días en la isla. Me quedan sólo 6 días para acabar mi segunda biciruta por Islandia. Con cierta previsión decido que mañana me adentraré de nuevo en las entrañas de la isla, con ese espíritu aventurero que dejé enterrado en el 2007 tras un problema mecánico en la F26. Esta vez cruzaré de norte a sur pero por la vía más fácil de las tres, la F35. En principio la más asequible, la de mejor calzada, la mejor comunicada (no sólo porque pasa un bus público a diario, sino por ser la más habitada, con los campings de Kjölur y Kelingarfjöll como referencia immediata)... Todo parecen ventajas, pero por si las moscas decido apresurarme para pasar esta misma noche en la zona de Eidsstadir a escasos kilómetros del inicio de la F35. Antes he dormido en la zona de Öxnadalur a las afueras de Akureyri, tras apearme del autobús que me llevó desde Myvatn (los autobuses en Islandia pueden llevar hasta 5 o 6 bicicletas; normalmente cobran un recargo).
Dicen de esta localidad que es de las pocas donde se puede escuchar country en Islandia, aparte de ser la meca del caballo islandés. No fui a comprobar lo de la música y los sombreros, pero me quedé con las ganas. En cualquier caso, paré en Varmahlíd a comer alguna cosa (hay una gasolinera y una tienda-café con información turística de la zona). Justo allí empieza de nuevo un puerto, suave, pero ascendente, que una vez coronado te conduce a tumba abierta hasta Bólstadarhlíd, que es donde encontramos el desvío de la road n.1 con la 732 que tras unos primeros kilómetros más habitados se convierte en la 35, a medida que la huella antropogénica desaparece.
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